Y llegó el día D. Nació el iPad, y el mundo parece que ya no sea el
mismo. Soy uno de los 100 millones de personas que han analizado, han
devorado, se han comido literalmente el sencillo y casi sensual vídeo
de presentación del iPad, y ya les avanzo que ni me ha decepcionado,
ni le he visto muchos defectos ni aún menos pienso que fracasará. No
soy, lo siento, un de esos cascarrabias que intenta parar lo
imparable. He hecho el ejercicio obligatorio de intentar entender cómo
afectará el iPad a la industria del libro y a la lectura en general y,
de entrada, una de las cosas más fascinantes y menos comentadas del
nuevo iPad es hasta qué punto parece conseguir la integración de la
lectura con las otras actividades de ocio, y la idea que lanza Steve
Jobs al mundo es espectacular. El mensaje dice: Señoras y señores, a
partir de ahora leer es tan divertido y necesario como un videojuego,
escuchar música, organizar tu tiempo o ver una película. Y para la
gente que no ha leído nunca el mensaje todavía es mejor: leer ya no es
aburrido. Es la primera vez que la lectura estará en el centro del
ocio de personas que no han tocado nunca un libro. Quizá no volveremos
a tener una oportunidad como esta de conquistar la tierra prometida,
la tierra siempre soñada por los editores de los que no han leído
jamás un libro.
Sí, seguro que el iPad tiene defectos y seguro que es solo el
principio de un largo camino: para leer es mejor la pantalla de un
reader y probablemente leeremos novelas en otros dispositivos que no
serán un iPad, pero Apple ha despejado definitivamente unas cuantas
dudas: el formato universal será el Epub, será un sistema abierto en
el que tú podrás comprar los libros en la tienda que quieras, y sobre
todo ha puesto contra las cuerdas a los últimos escépticos que
quedaban. Ya no hay vuelta atrás: el futuro es digital.
Los mismos negacionistas que decían hace pocas semanas que el libro
digital tardaría 15 años en llegar, quizá harían bien en cambiar el
pronóstico. Ya no estamos ni a punto de vivir un cambio profundo ni a
las puertas de una revolución. Sencillamente el cambio ya ha llegado y
no servirá de nada seguir enfadado con una venda en los ojos. Y es que
no estamos ante ninguna amenaza ni menos aún ante un apocalipsis. Es
una oportunidad única, y quizá la última que nos queda.
art. original. http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idtipusrecurs_PK=7&idnoticia_PK=683891


No hay comentarios:
Publicar un comentario